Por José Yorg, el cooperario.
“La educación alimenta la confianza. La
confianza alimenta la esperanza. La esperanza alimenta la paz”. Confucio
La educabilidad entendida como
capacidad y como atributo innato de la especie humana que viabiliza una buena
cobertura educativa escolar. Por tanto, prima facie, tal capacidad puede y debe
ser estimulada, pues existen situaciones que actúan como inhibitorios o
potenciales.
Hablamos de inhibitorios como las
causales de perturbación del desarrollo intelectual, físico, moral y emocional
del niño como puede ser un entorno de pobreza, violencia y hambre o padres
permisivos, en lenguaje llano “verdaderos malcriadores” o “mimadores excesivos”.
Hablamos de potenciales aquel
entorno familiar positivo, amoroso, con algo de disciplina que promueve un
compromiso creciente de autorresponsabilidad y afirmación de la personalidad.
Es de coincidencia general de
pedagogos y estudiosos que “la educación
tradicional se sostiene en la formación del carácter de los estudiantes para
moldear a través de la voluntad, la virtud y el rigor de la disciplina, el
ideal humanístico y ético”...
Por nuestra parte rescatamos
algunos postulados de esta corriente pedagógica como la necesidad de
desarrollar normas amigables disciplinarias que, si faltasen, el clima
educativo declinaría sustantivamente, toda vez que el caos perturbaría de tal
manera que sería imposible el proceso enseñanza-aprendizaje.
Es este el momento
oportuno para replicar fragmentos del texto “Programa Nacional de
Mediación Escolar-Marco general-Cartilla N° 1-Ministerio de Educación, Ciencia
y Tecnología de la Nación.-Consejo Federal de Educación-Pág. 19-20.
“Algunas de las situaciones conflictivas pueden
caracterizarse como perturbación de las actividades en el aula. Esta disrupción
agrupa aquellos comportamientos de los alumnos que obstaculizan el desarrollo de
la tarea: levantarse o salir del aula sin permiso, conversar mientras el
profesor está explicando, molestarse entre compañeros de diversos modos,
gritar, etc.; que obligan al profesor a intervenir para reestablecer un cierto
orden y cuyo resultado frecuente es la disminución del tiempo destinado a enseñar y aprender”.
Nuestro interrogante ¿Está la
educabilidad acorralada? No encuentra respuesta favorable en las corrientes
educativas actuales porque están éstas infiltradas de conceptos mercantiles que
promueven una mentalidad individualista, egoísta, sin sensibilidad social
alguna.
Ciertas políticas públicas son-según
nuestro juicio-excesivamente permisible en una suerte de relajación
disciplinaria que permite un avance de los denominados “padres tóxicos”,
verdaderos perturbadores del buen clima de las escuelas.
Sin embargo y a pesar de todo,
surgen voluntades cooperativas que promueven verdaderas resiliencias educativas
que permiten visualizar la potencialidad
creciente de la pedagogía cooperaria.
La cooperación en el
aprendizaje.
Texto “Programa Nacional
de Mediación Escolar-Marco general-Cartilla N° 1-Ministerio de Educación,
Ciencia y Tecnología de la Nación.-Consejo Federal de Educación-Pág. 19-20.
“Una de las estrategias enseñadas orientadas en este
sentido es el diseño de actividades que incluyan los principios de aprendizaje
cooperativo, más amplios y estructurados que los que definen lo que
habitualmente se entiende
por aprendizaje o trabajo
en grupo, interpretado
generalmente como varios
estudiantes trabajando juntos en una tarea asignada por el docente. Sin
embargo, trabajar juntos no necesariamente implica cooperación”.
“Suele suceder que en el proceso de elaboración de
trabajos grupales, los alumnos se agrupen por afinidades y/o niveles
homogéneos, que cada uno de ellos asuma un rol bastante fijo, que alguno/s de
ellos realicen mayor parte de la tarea y surjan conflictos con aquellos que no
quieren o no pueden realizar un aporte significativo y que, muchas veces, los
docentes no tengan registros de estas dificultades o no dispongan de
estrategias para abordarlas adecuadamente”.
“Promover desde el docente un aprendizaje cooperativo
implica diseñar propuestas en las cuales los estudiantes deban
trabajar juntos para
alcanzar objetivos comunes.
El modelo de
aprendizaje cooperativo propuesto por Johnson, Johnson y Holubec (uno de
los más estructurados) propone reunir
a los alumnos
en grupos heterogéneos desde
el punto de
vista de sus
habilidades y conocimientos
previos de modo tal que “sus integrantes se brinden unos a otros el apoyo, la
ayuda, el aliento y el respaldo que cada uno de ellos necesita para tener un
buen rendimiento escolar” y que los
avances y logros sean valorados y evaluados sobre la base del éxito del grupo
en su conjunto y no solamente sobre el desempeño individual”.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!
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