"El empoderamiento de las mujeres cooperativistas en lugares de decisión estratégica o táctica en las cooperativas es o debiera ser un asunto de respeto, capacidad y ejemplaridad cooperativa".
Los docentes formoseños Ana María Ramírez Zarza y José Yorg comentaron que "estamos enmarcados en intensas actividades investigativa, elaboración de trabajos académicos y exposiciones en eventos, y en esta ocasión presentaron la ponencia “Las mujeres cooperativistas” de manera virtual en el Foro Social Mundial-Mexico 2022.
"Fuimos invitados-dijeron- por la Magister Claudia Alvarez, coordinadora educativa de la Campaña por un
curriculum global de la economía social y solidaria. El encuentro se realizó
desde la Escuela de administración pública de la ciudad de Mexico".
Extracto de la ponencia:
“Las
mujeres cooperativistas”.
Por Ana María Ramírez Zarza y José Yorg
“La causa
de la mujer es la del hombre: los dos se levantan o sucumben juntos”. Alfred Tennyson
La ponencia “Las mujeres cooperativistas” constituye una mirada reflexiva sobre el encuentro entre estas dos categorías sociales con un enfoque crítico que las trasciende, toda vez que, mujer y cooperativismo tropiezan con dificultades diversas en las sociedades atravezadas por costumbres y hábitos mercantilizados. Así puestos las cosas, el trabajo tiene como objetivo principal exponer conceptualizaciones y breves analisis sobre el cooperativismo y su relación y su impacto en las mujeres en sus vidas cotidianas esperadas.
El cooperativismo, como doctrina y como movimiento, surgido
de las entrañas del capitalismo industrial, aunque la cooperación como relación
humana tenga la misma edad del hombre y mujer humanos, estable cierta normas,
valores y principios que promueven una convivencia y relación amigable, está
inmersa en un ambientes que lo condiciona.
La cita que precede este escrito expone nuestra mirada sobre
la mujer cooperativista “la causa de la mujer es la del hombre: los dos se
levantan o sucumben juntos”, porque ambos deben liberarse de ciertos prejuicios
y preconceptos negativos y perjudiciales para la salud mental y lograr ser
libres y plenos.
Dicho lo anterior, pensamos, entonces, con fuerte convicción,
que el mejor ambiente creado por los hombres y mujeres para una armónica
relación es el cooperativismo. La discriminación,al igual que otros vicios de
la conducta,como el egoismo, la mezquindad y la soberbia, son ajenas a la
cultura y conducta estimuladas por el cooperativismo.
Por tanto, a la luz de los valores y principios cooperativos,
las mujeres, con el adjetivo de “cooperativistas”, saben o debieran saber que
en la labor de extingir la discriminación por género o por raza o por las
razones que fueren, es una labor de conjunto, de equipos, en la lucha bondadosa
cooperativa.
Si los derechos de las mujeres cooperativistas no se respetan
o son soslayados, arrinconados en el mundo ideal, es porque tampoco se respetan
o practican los valores y principios cooperativos, corren la misma suerte, ante
lo cual se debiera enmendar en cuanto sea posible.
El empoderamiento de las mujeres cooperativistas en lugares
de decisión estratégica o táctica en las cooperativas es o debiera ser un
asunto de respeto, capacidad y ejemplaridad cooperativa, no de competencia,sino
más bien de complementaridad, y que transcienda los estrechos muros de las
cooperativas e incida políticamente en la sociedad y sus diversas instancias.
La igualdad de oportunidades para hombres y mujeres en el
seno de las cooperativas es de rigor, pero tambien corre aquella norma de
proporcionalidad y reciprocidad de esfuerzos y capacidad como ejercicio de
justicia equitativa entre iguales en los logros que se alcanzan fraternalmente.
¡En la
fraternidad, un abrazo cooperativo!
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