Por Ana María
Ramírez Zarza y José Yorg.
“Cooperativismo ¿Dónde mejor que en las escuelas? Prof. Ramón Giménez
Porque año tras año observamos como maestros rurales la disgregación de la familia campesina en contra partida a nuestros esfuerzos educativos, sin efecto positivo.
Buscando una alternativa educativa que respondiera a tal necesidad, encontramos en el Cooperativismo Educacional la respuesta pedagógica y didáctica más oportuna e imprescindible.
La familia campesina encara una producción individualista y fragmentada, esta situación material conlleva tener una conducta individualista que se reproduce a su vez en los hijos. Esta condición familiar individualista lo coloca desde el punto de vista empresarial con deficiencias tecnológicas, de acumulación de capital productivo, en definitiva, en una posición de debilidad organizativa frente a los acopiadores quienes le fijan el precio de su producción anual, frecuentemente de manera desventajosa para sus intereses.
La educación común no tiene respuesta para superar esta situación de perpetua inferioridad organizativa, económico social, proveniente, precisamente del modo de producción individualista, al contrario la consolida porque es ajena a esa realidad que requiere cambios.
El Cooperativismo Educacional posee los atributos pedagógicos y didácticos mediante los cuales el proceso enseñanza aprendizaje puede trasformar percepciones, actitudes y valores que conmuevan la relación de producción individualista del campesinado, llevándolo a un estadio superior: La producción cooperativa.
El rol del docente rural interpuesto de conocimientos pedagógicos y didácticos del cooperativismo adquiere, entonces, una significativa palanca para la transformación productiva organizativa en la construcción de una nación agroindustrial con justicia social.-
Orientaciones pedagógicas y didácticas en la diversidad rural
Es éste el punto central de la incorporación del Cooperativismo Educacional, como aporte a esa promoción de mejoramiento de las condiciones de vida, del buen vivir.
Para abordar esta tarea de vincular estratégicamente educación – producción, el docente rural debe capacitarse adecuadamente. ¿Por qué?
Porque consciente o inconscientemente, como nos indica Cáceres Mendoza, el maestro introduce comportamientos citadinos en los educandos, despertando falsas expectativas hacia los centros urbanos, desplazando hacia ellos los mejores recursos humanos del campo, para que vayan a engrosar esa enorme masa de desocupados, mano de obra no calificada, u ocupación disfrazada que caracteriza a nuestros países latinoamericanos.
De lo que se trata entonces, es diseñar a partir de una metodología un Proyecto Curricular Institucional, bajo la concepción enriquecida por la Dinámica Del Trabajo en Equipo que facilite la introducción de los contenidos cooperativos y su aplicación, tendiente a formar organizaciones cooperativas que respondan a las verdaderas necesidades del contexto social.
La Cooperativa Escolar de Actividad Productiva a partir de la huerta o de la cría de pequeñas aves, de producción y comercialización de pan, de talleres de rudimentos de carpintería y electricidad, y otros tantos, serán los emprendimientos educativos económicos en que los conocimientos generales harán sus aportes más significativos.
El Cooperativismo Escolar Rural facilitará la formación de educandos para la vida y el trabajo grupal rural que los permita estar mejor preparados para solucionar los problemas concretos que a diario enfrentan en sus hogares, chacras y comunidades.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!
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