Por
José Yorg, el cooperario.
“El
cambio es la ley de la vida. Aquellos que no pueden cambiar sus mentes, no
pueden cambiar nada” – George
Bernard Shaw.
En el marco de los 40 años de democracia argentina ya todo está dicho: con la democracia NO se come, NO se educa y NO se cura el pueblo. La democracia de guaú ha empobrecido a los docentes, profesionales, productores, etc., El afianzamiento de la democracia no resolvió los problemas de soberanía política, independencia económica y no se construyó la justicia social para la felicidad del pueblo. Esto está claro.
Ningún candidato habla o promete cambiar la actual democracia representativa, delegativa, de la voluntad soberana del pueblo por otra democracia, por una democracia participativa, tal la tienen las cooperativas, entonces ¿Qué pasará, más de lo mismo?Sin dudas, los planes sociales y sus estructuras orgánicas, incluidas las cooperativas tuteladas, truchas, desvirtuadas-toda vez que no son autónomas e independientes, alejadas de los valores y principios cooperativos- han funcionado como contenedor de descontentos y hartazgos de tanta pobreza e infortunio, sin horizonte de mejoría económica, personal y familiar. Sin embargo, el modelo de contención social está colapsado.
Este panorama descrito nos hace interrogarnos con inquietud: ¿Es el escaso interés del pueblo por las elecciones la calma que antecede a la tormenta de un estallido social igual o peor que del año de 2001?
El problema sustancial proviene de los decisores políticos que piensan y actúan como dioses, como eternos, como perennes, cuando la realidad es que todo cambia, tal como podemos leer y aprender desde cualquier enciclopedia de filosofía sobre Heráclito de Éfeso (544 y 484 antes de Cristo).
Heráclito sostiene que “todas las cosas de la naturaleza están en movimiento, incluso aquellas que parecieran firmes como puede ser una montaña o una pared. Aunque no lo podamos percibir también tienen sus movimientos internos y sus fisuras”. (https://campus.ort.edu.ar/secundaria/belgrano/cienciassociales/articulo/1906997/heraclito-y-parmenides-cambio-y-permanencia)
Los ingenieros y arquitectos pueden ilustrarnos sobre este asunto de la llamada dilatación como perenne movimiento. Ahora, bajo esta verdad que la ciencia física y química constata, podemos hacer el ejercicio de pensar que la democracia requiere una actualización como la que señalamos más arriba: democracia participativa, como actualización de convivencia social.
Y por si todo esto que anotamos sobre el cambio, Mercedes Sosa nos canta que lo único que no cambia “es el amor Por más lejos que me encuentre Ni el recuerdo ni el dolor, De mi pueblo y de mi gente”, y después todo cambia, todo cambia. Pero existen los detractores del cambio benéfico, están los hipócritas que hablan de cambio y son los más conservadores y reaccionarios.
“Aquellos que hacen imposible la revolución pacífica harán inevitable la revolución violenta”, señaló sabiamente John F. Kennedy.
Construir una mejor Argentina, es posible.
Si pensamos seriamente en construir una mejor Argentina, debemos saber que esa aspiración cumple los dos requisitos fundamentales de la posibilidad de realización: La necesidad de cambio y la certeza de que es posible un nuevo modelo socio-económico.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), lo hemos consignado otras veces, afirmó: “Se debe fortalecer la política pública dirigida a las cooperativas para que contribuyan más decididamente a la construcción de un nuevo modelo de desarrollo”.
“En el difícil contexto por el que atraviesa la región, las cooperativas y las demás organizaciones de la economía social y solidaria juegan un rol muy importante para una recuperación transformadora. Las cooperativas generan empleos e ingresos, y lo hacen en los sectores más vulnerables de la población, con respeto al medioambiente, y con un énfasis en la democracia, no solo política, sino también al interior de la empresa”, afirmó Alicia Bárcena, ex Secretaria de la CEPAL.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!
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