Por
Ana María Ramírez Zarza
José
Yorg
“Mirar lejos es tan fácil que da vergüenza mirar. La
cosa es mirar cerquita, ver y poder encontrar”.José Larralde
¿Qué método de análisis necesitamos para poder desentrañar y comprender la Pedagogía cooperaria?
“El
método es el camino que sigue el pensamiento para conocer la realidad”,
nos ilustra León Schujman. Ahora,cabe preguntarnos, en cuanto a nuestros
pensamientos, nuestros hábitos, puntos de vista, etc., sabiendo que ellos están
influenciados, mediados, por creencias varias ¿Qué tipo de pensamiento debemos
poner en práctica para indagar y conocer la realidad?
Repetimos al unísono con Paúl Lambert
desde su libro “La Doctrina Cooperativa” cuando señala que “La ciencia explica lo real, la doctrina juzga y propone diversos
cambios para mejorar lo real”.
“Esta
distinción entre ciencia y doctrina no implica preferencia hacia una u otra:
ciencia y doctrina son complementarias y tienen una importancia similar para el
destino de los hombres”.
Así fue nuestra observación, nuestra
indagación, conforme fuimos trabajando en muchas y variadas experiencias,
diálogos, realización de dictados de cursos para docentes, debates sobre
pedagogías en sus diversas corrientes, a la luz de la ciencia y de la doctrina.
La Pedagogía cooperaria es fruto de ambas. Así seguimos el método de análisis
que permitió descubrir la Pedagogía cooperaria.
Pero, como todos/as sabemos, existe un
punto de inflexión, particularmente, antaño, a nosotros nos hacía “ruido” la
práctica educativa cooperativa escolar con método aprendido en el Instituto de
Formación Docente, es decir, con la pedagogía liberal y su didáctica, aplicada
en el quehacer cooperativo.
El ámbito escolar,estructurado de una
forma rígida, formal,burocrática, con pocos nichos de espacios para la
innovación educativa, confrontan con el ideario cooperativo, sus
valores,principios,su forma organizativa de lo teórico-práctico y el trabajo y
estudio grupal.
Más allá de que es posible sortear todos
esos obstáculos y se avance, esos elementos perturbadores, nos hicieron
reflexionar sobre la contradicción, falta de coherencia, entre la Doctrina
cooperativa y el método de enseñanza-aprendizaje cooperativo bajo el designio
liberal.
Es desde este análisis que proponemos
instalar el “aula taller”, en tanto entendemos como la más propicia manera para
abordar un trabajo grupal, de equipo casi, para ir avanzando paso a paso en
nuestra labor investigadora. En ella organizamos la acción a partir de un “pensar
y hacer grupal”. Ponemos en juego una
labor de lectura analítica y reflexiva, que encaja con lo teórico-práctico en
la construcción de nuestras producciones.
Es un método de cotejo para seguir un
camino que nos permita conocer la realidad a la luz de la historia y doctrina cooperativa.
Sabemos que los Pioneros de Rochdale observaron tal y cual se le presentaba la
vida , el trabajo y la sociedad, con una mirada de valores socialistas, y tal
como nos ilustra Paúl Lambert, la conclusión a la que llegaron, al ver esa
organización social y económica que representaba el capitalismo en su etapa
industrial, fue una observación negativa para sus vidas. Allí pensaron en la
cooperación organizada.
A través de la organización empresarial
de la cooperativa,es decir, de sus órganos sociales, sus normas de conducta y
de funcionamiento, sus aspiraciones, sus fines y objetivos, etc., podemos, en
fin, comparar con la sociedades mercantiles capitalistas y darnos cuenta cuán
diferentes son.
Llegado a este punto, preguntamos y
respondernos: ¿La educación liberal contiene a esos elementos cooperativos que
tenemos enfrente? Definitivamente, no. Necesitamos,entonces, de un espejo que
nos devuelva-en términos educativos- la imagen de lo cooperativo para enseñar y
aprender cooperativismo de la manera correcta, es decir, abrevando en una pedagogía
cooperativa sui géneris, que le es propia, de sí misma, peculiar.
A esa imagen que nos devuelve el espejo
de todo lo cooperativo debemos construirla en clave educativa, edificar lo técnico-pedagógico
desde la esencia misma del pensamiento filosófico cooperativo cuyo punto
central de objetivo es la acción transformadora. Es como nos dice Paulo Freire “La educación no puede cambiar el mundo,
pero puede cambiar a las personas que pueden cambiar el mundo”.Pero, para
que eso ocurra,para que el educando y el educador cambien, es imprescindible
una experiencia educativa genuinamente pedagógica y didáctica cooperaria.
Rememoremos aquí, por
oportuna, la frase de Albert Einstein que bien describe lo que intentamos
demostrar, "Locura: hacer lo mismo
una y otra vez y esperar resultados diferentes"
Muchas veces una anécdota ilustra mejor:
Después de disertar sobre la temática en estudio enmarcada en una reunión con
docentes de distintos niveles y modalidades, una profesora pidió mayor
precisión que despeje sus dudas, a la respuesta, ella concluyó “entonces quiere decir que para entender y
aplicar la pedagogía cooperaria deberemos dar vuelta nuestras cabezas”, y
sí, definitivamente.
Ese “dar vuelta la cabeza” implica
abandonar el criterio pedagógico liberal e ir en busca del criterio esencial de
la cooperación en función educativa para dejar de replicar en las aulas una
tarea que consolida el individualismo y la mezquindad. De eso se trata, de
cambiar la lógica liberal del pensamiento por la lógica del pensamiento
cooperativo.
Una reflexión para una conclusión
abierta: Sabemos por Enrique Agilda que “Es
muy grande el salto imaginario que habría que dar para trasladarnos desde esta
sociedad, organizada sobre bases egoístas, a una sociedad asentada en la
cooperación con firmes bases económicas, morales y espirituales”.
¡Saludos
cooperativos!
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