“Lo
llaman para combatir en las luchas partidarias y no acepta por eso es
perseguido, detenido y asesinado”.
Tras leer el artículo de la Lic., en periodismo Florencia Fico sobre la película “El santo con un oído en el pueblo y el desertor de la tiranía. Crítica de Gauchito Gil”, en que la autora describe el argumento de la película y que Yorg repasa, reproduce y comparte, sosteniéndose en que “posee valor educativo, cultural e histórico tal epopeya, llena de injusticias, intereses mezquinos, pero lleno de amor social y ejemplaridad para la hora histórica argentina actual, razones suficientes para rescatar la figura del Gauchito Gil como emblema de la conciencia comunitaria”, afirmó.
Reproducción del artículo:
El argumento de la película inicia en la provincia de Corrientes, en la etapa de la Guerra de la Triple Alianza (1865 a 1870) se daba la peste amarilla y los conflictos armados entre autonomistas y liberales, la figura del “gaucho” estaba en una condición de esclavitud. Algunos “desertores” de los buenos modales y las buenas costumbres; los llamados: “Los gauchos alzados correntinos”.
El más relevante Antonio Mamerto Gil Núñez, más
conocido como “Gauchito Gil”. Un valiente personaje de la región de Mercedes
que meta payé, sapucay y rebeldía se opuso al orden establecido y se manifestó
en contra de las injusticias sociales.
Él regresa de esa guerra en cual Argentina, Brasil y
Uruguay dieron fin a incontables vidas del país vecino Paraguay. Viene con un
anhelo de establecerse en el territorio aunque la violencia toca su puerta
nuevamente.
Antonio es llamado para combatir en las luchas
partidarias y no acepta por eso es perseguido, detenido y asesinado.
Fernando del Catillo director y guionista de “Gauchito Gil”; revela un western gaucho desde una estética propia del romanticismo artístico y realista. En las contiendas que suceden entre gauchos y figuras del poder político se funda el carácter mágico del Gauchito Gil y el sentimiento patriótico. Esa lucha entre el oprimido y el mandatario donde la víctima busca la soñada libertad. Cada plano parece ser un mural de la cotidianidad o un reflejo costumbrista muy similar a las pinturas de Molina Campos.
Donde los ideales revolucionarios franceses de:
“Libertad, igualdad y fraternidad” son el motor de la acción del Gauchito Gil.
Asimismo toma la perspectiva objetiva de un sector marginado y registra
las problemáticas de esta comunidad: la pobreza, las detenciones, las
violaciones a las paisanas o chinas realizadas por autoridades cercanas al
Partido Liberal , los asesinatos dentro de su comunidad entre ellos mismos, los
maltratos, descalificaciones, precariedad y la carga de las muertes en campo de
batalla.
“Los hermanos sean unidos porque ésa es la ley
primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre
ellos se pelean, los devoran los de afuera”, recita uno de los fragmentos de la
novela argentina insignia de ésta colectividad el “Gaucho Martín Fierro” del
autor José Hernández. En paralelo Antonio comenta en su texto: “Nos estamos
matando entre nosotros sin saber para qué ni para quién”, “No tenemos que matar
a nadie, no más sangre, amigo”, “Prefiero la muerte antes que el dolor de matar
a mi gente”; lo que evidencia una clara semejanza e identidad a los hechos y
protagonistas además el sello del realizador quien fue documentalista. Castillo
revitaliza la narración oral, las leyendas, las fábulas del interior y los
cuentos del saber popular correntino.
El director de fotografía de Mauricio Heredia
despliega jugadas con figura y fondo, el enfoque y desenfoque, lo nítido y lo
borroso. Tomas ingeniosas para captar la atención del espectador como el ángulo
de captura nadir en la que se llega a sentir mareo o vértigo. También aplicó
contrapicado cuando aparecía el Gauchito Gil y en el Coronel Salazar lo que
denota jerarquía en sus espacios. El tratamiento de la imagen es maravilloso en
iluminación en escenas en momentos de conflicto del personaje y enfrentamiento
se usa tonos fríos gélidos y en conversaciones íntimas con Gauchito Gil cálidas
hasta acaramelados. La locación privilegiada fue en el Paso de los Libres con
panorámicas en senderos de llanura y altura. A la vez en chacras, estancias,
iglesias y quintas.
La música de Fernando Castillo expuso el estilo
folclórico preponderante en Corrientes y en el Paraguay el “chamamé”, dicha
expresión melódica también se conjugó con el baile típico y ritual. La
instrumentación se ancló en violines, acordeón, guitarra, trompeta y corno
muchos de ellos asociados al género rítmico.
Mención destaca a las directoras de arte Gabriela
Aguero y Aixa Torres con su perspectiva del ambiente rural, austero y colonial
que dispusieron. El diseño de vestuario por Majo Fuertes dio en la tecla al
darle personalidad al gaucho con su sombrero de ala ancha, poncho, pañuelo,
faja, faca bombacha y botas. A las mujeres con su faldón amplio, blusas de
algodón amplias con bordados, zapatos o alpargatas. En torno a los uniformes de
los funcionarios como el Coronel Salazar y la dama de buen pasar “Estrella”, se
dispuso otro estilo con más formalidad vestidos para ella y para él camisas y
pantalones más acercándose a un traje. El maquillaje y peinado de Flores Tucci
sumó a la radiografía del momento histórico.
Sobre el elenco, estuvieron presentes el actor Roberto
Vallejos quien personificó al Gauchito Gil en su última etapa de vida luego de
ser miembro en la Guerra de la Triple Alianza y mostró los vestigios del trauma
de haber sido parte de aquella batalla. El intérprete supo amoldarse con la
tonada correntina, el porte duro y contestatario, enamorado, lujurioso,
amigable y querible.
Como opositor encontramos al actor Claudio Da Passano
como el Coronel Salazar un recluta para las filas de combate del Partido
Liberal, el artista lo compone como un sujeto irascible, discriminador, temible
e impune.
La actriz Paula Brasca deslumbra como Estrella una
mujer de buena posición con una impronta tenaz y firme asimismo la artista
Éstel Gómez como Irupé una paisana tierna y chistosa que también pone su voz
como narradora omnisciente del filme.
El filme recrea un western gauchesco con el fin de
demostrar toda la simbología épica del Gauchito Gil. El realizador Fernando del
Castillo le da voz no sólo a la leyenda si no a los pueblos originarios,
subraya el vínculo chamánico que le da contexto al filme y la noción de fe.
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